Un regalo dice mucho por la forma de presentarlo. Y dice mucho del
que lo regala: reconozco que soy muy pija en ese detalle, casi maniática. No
puedo con una regalo mal envuelto, miro hasta donde tiene que ir el celo procurando
siempre que quede en una esquina y casi invisible, que el papel no tenga arrugas,
etc.
Pero es que el envoltorio es el traje del regalo y es también el
responsable de la primera impresión y ya se sabe que la primera impresión es la
que cuenta.
Al igual que en el vestuario, el envoltorio tiene que combinar
bien colores, cintas y adornos.
También tenemos que tener en cuenta a quien va dirigido:
Un regalo para un niño o niña nos permite utilizar papeles alegres
o divertidos con motivos infantiles, grandes lazos, caramelos, o incluso pegar un
lápiz divertido, unas pequeñas pinzas de
madera con motivos infantiles o enganchar algunos globos que después formarán
parte de la fiesta.
Si el regalo va dirigido a una persona mayor, elegiremos un papel más
sobrio decorado con un sencillo lazo o unas cintas de colores.
Si vamos a promocionar nuestra empresa enviando un regalo a
nuestros clientes utilizaremos papeles con nuestra imagen corporativa, e incluso
lazos con nuestro logotipo. Además
podemos adjuntar una tarjeta personalizada a su nombre y si disponemos de un
clip corporativo u otro elemento similar, puede engancharse al lazo o a la
tarjeta. Nuestros clientes quedarán impresionados.
Los regalos navideños nos permiten exagerar un poco la presentación.
Tenemos licencia para utilizar papeles brillantes, lazos de seda, celofanes… y usar
la paleta de colores clásicos de la Navidad: dorados, marrones, rojos y verdes.
También podemos añadir ramitas, piñas u otros elementos naturales pintados de colores,
plata u oro.
Y si queremos rematar y que nuestra empresa esté en boca de todos,
ofreceremos el regalo dentro de unas bonitas bolsas personalizadas que a su vez
serán reutilizadas una y otra vez haciendo que nuestra inversión sea más que
eficiente.
Si tenemos que proteger el regalo en el interior de una caja
procura evitar el típico papel burbuja de plástico. Utiliza la imaginación:
tiras de papel seda, virutas de papel, confetti, palomitas de maíz (cocinadas
sin aceite). Es mucho mas divertido y sorprendente.
Como bien dice una amiga mía: “por sus envoltorios los conocereis”.
Entregar un regalo sin envolver es una muestra del poco interés
que se tiene por la persona destinataria del mismo.
El envoltorio ha de estar en consonancia con el regalo en sí. Imagina
una gran joya en una caja mediocre, sin envoltorio y en una bolsa de plástico, pensarías
que en vez de un diamante es un trozo de cristal y restaría valor al objeto.
O una prenda ideal en un bolsa de camiseta, pues No. Es como un
buen traje y uno malos zapatos, ya se fastidió, como una buena comida y un mal
servicio.
Si no eres muy "manitas" envolviendo regalos, pide la
ayuda o la colaboración de alguna persona que sea más habilidosa. Tan malo es
dar un regalo sin envolver como un regalo mal envuelto (lleno de arrugas, malos
dobleces, etc.).
Si el regalo no se entrega en mano, envíalo por una agencia de
reparto con dos envoltorio: uno clásico de embalaje para el exterior y uno
elegante para el interior.
Hay que buscar en cada ocasión el detalleo adecuado. Hay regalos
que no se pueden envolver fácilmente como una cesta de navidad, por ejemplo, pero
su presentación mejora si se le añade un detalle como un lazo, un celofán, etc.
Para un cheque regalo busca un bonito sobre o para una mascota ponle un lacito…
El objetivo de un buen regalo es que le guste a la persona agasajada
y recuerda: la primera impresión es importante y si además conseguimos
sorprender y ilusionar el recuerdo de ese momento quedará en nuestra memoria
durante mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario